INTRODUCCION
AL CÓDEX CALIXTINUS. AYMERIC PICAUD
(D.)
http://www.caminosantiagoencadiz.org/index/CodexCalixtinus/GuiadelPeregrino.html
Aymeric
Picaud escribió hacia el año 1140 una especie de
guía del Camino de Santiago, incluida en el libro
V del Códex Calixtinus, también llamado "Liber
Sancti Jacobi", que es considerada la primera
guía turística de la historia. Incluye un pormenorizado
y exacto estudio de la Ruta Jacobea, con una visión
muy particular, y nada favorable por cierto de los
pueblos ibéricos que atravesaba el Camino, reflejada
en gran cantidad de detalles anecdóticos, descripciones
de pueblos, avisos de peligros, etc., que actualmente
son el mejor testimonio para el estudio de aquella
etapa histórica. Picaud dividía el itinerario, a
través del camino francés, en trece etapas perfectamente
delimitadas, cada una de las cuales se hacía en
varios días, según el ánimo de cada grupo de peregrinos,
a razón de unos 35 kilómetros diarios a pie, o casi
el doble si era el caballo el medio de locomoción
elegido. Señala las distancias entre pueblos, los
santuarios y monumentos del trayecto, e incluye
observaciones sobre gastronomía, potabilidad de
las aguas, carácter de las gentes y costumbres de
los pueblos, así como un interesantísimo pequeño
vocabulario vasco, siendo este de gran importancia,
al ser el primer testimonio escrito de la lengua
de Euskadi.
En
el año 1139 ó 1140, Aymeric Picaud lleva a Santiago
el Códex Calixtinus, que él mismo escribió. Este
códice fue atribuido por los monjes de Cluny al
Papa Calixto II, fallecido en 1124. Descubrimiento
de los restos del Apóstol según el Códex Calixtinus.
Hacia el año 813, gobernando Alfonso II el Casto
(789-842) en el reino astur y Carlomagno en Occidente,
un ermitaño llamado Paio tuvo una revelación angélica
de que iba a ser descubierto el cuerpo del Apóstol
Santiago. A los pocos días, unos pastores advirtieron
una luminosidad extraña sobre el arbolado del monte
llamado Libredón, donde más tarde surgiría Compostela,
que irradiaba de una estrella. El suceso fue comunicado
al obispo de Iria Flavia, más tarde testigo del
prodigio y ordenó tres días de ayuno. Comenzaron
a desbrozar la maleza sobre la que brillaba la estrella
y se descubrió el arca marmórea con los restos que,
por una revelación divina, el obispo Teodomiro atribuyó
al Apóstol Santiago. Inmediatamente se da cuenta
al rey del milagroso hallazgo. El monarca acude
con sus nobles y manda erigir la primera iglesia
dedicada a Santiago y otras dos dedicadas al Salvador
y a San Pedro y a San Pablo, respectivamente. En
el lugar, y por orden real, se instala una pequeña
comunidad de Agustinos que constituye el primer
núcleo de lo que poco después sería Compostela.
El mismo Alfonso II da cuenta del hecho a Carlomagno,
y la noticia se propaga con rapidez por toda Europa.
Hasta
aquí la leyenda narrada y popularizada por el Liber
Sancti Jacobi y que servirá de explicación al enigma
que encierra el descubrimiento del cuerpo de un
discípulo de Jesucristo en un confín de la Península
Ibérica, en el primer tercio del siglo IX, cuando
la invasión musulmana estaba prácticamente consolidada
y únicamente los incipientes reinos del norte se
resisten a su dominación. Evento que los investigadores
más serios sitúan hacia el año 830, dentro del reinado
de Alfonso II, pero ya muerto el emperador Carlomagno.
Hacía falta una figura que unificase la lucha contra
el enemigo común y que, a la vez, sirviese de respaldo
moral a esa importante acción histórica. Así surge
la figura de un Santiago que de pacífico apóstol
de Cristo se convierte en guerrero que aplasta con
su caballo los cuerpos de los moros y degüella sus
cabezas espada en mano. Un santo que, según la tradición,
presidirá las más importantes batallas de la Reconquista,
ayudando a superar el complejo de inferioridad que
aquejaba a los pueblos cristianos. Estos, poco a
poco, van recuperando sus dominios y convierten
a Compostela en el principal foco de atracción espiritual
del reino astur-leonés. Un fenómeno que, con el
tiempo, sobrepasará en poder de atracción a Roma
y Jerusalén, siendo el mayor centro de peregrinaciones
de toda la cristiandad.
Si
hay alguna cuestión espinosa en la Historia de España,
es la de la realidad histórica de la antiquísima
tradición que relaciona al Apóstol Santiago con
España. El no disponer de base documental para fijar
los hechos, no representa una situación especial:
son numerosos los procesos y ciclos en que esto
sucede. Pero por otro lado, la tradición que los
afirma y avala es tan poderosa y surge con tal pujanza
en la Edad Media, que sería imprudente negarle un
imprescindible fundamento histórico.
El
personaje histórico es el Apóstol Santiago, a quien
el Evangelio denomina "el Mayor", para
distinguirle del otro del mismo nombre, denominado
"el Menor". Era hermano de San Juan Evangelista,
y como él, hijo del pescador Zebedeo y de Salomé.
En
la tradición española sobre Santiago, hay tres elementos
fundamentales:
1º
La estancia de Santiago en España, en viaje de evangelización
y su vuelta a Jerusalén donde fue martirizado el
año 44 de nuestra era.
2º
La traslación de sus restos, por vía marítima, a
España, donde sus discípulos les dieron tierra en
el "Finisterrae" de Galicia.
3º
El hallazgo de estos restos, en las proximidades
de la ciudad episcopal de Iria Flavia (actual Padrón),
por el obispo de la ciudad, Teodomiro, a comienzos
del siglo IX.
La
Historia Compostelana nos narra así el hallazgo
del cuerpo de Santiago. En un castro próximo a Iria
Flavia, comenzaron a verse "luces ardientes
durante la noche", y se afirma que allí "se
habían aparecido con frecuencia ángeles", De
ello se avisó al Obispo de la ciudad, Teodomiro,
el cual verificó personalmente la veracidad de los
hechos, y se los comunicó al rey Asturiano Alfonso
II el Casto. El rey reaccionó con entusiasmo y prestó
desde el primer momento su ayuda incondicional,
para dar a conocer el extraordinario descubrimiento.
Estos hechos debieron tener lugar, entre los años
812-814.
A
partir de ese momento, se construyen, con la ayuda
real, las primeras edificaciones al servicio del
culto y con ello se echaban los cimientos de los
que había de llegar a ser la gran ciudad del Apóstol,
en el paraje donde habían aparecido las "luces
ardientes", que comenzó a conocerse como "campus
stellae", es decir, "Compostela".
Una
de las primeras diligencias tras el descubrimiento
del sepulcro del Apóstol, fue notificárselo al Papa,
que tuvo que ser San León, quien inmediatamente
difundió la alegre nueva a toda la Iglesia mediante
una carta titulada "Noscar fraternitas vestra",
en la que se dice:
"Sepan...
que el cuerpo del bienaventurado apóstol Santiago,
fue trasladado entero a España, en territorio de
Galicia ... "
El
emperador Carlomagno tuvo también conocimiento del
hallazgo, y muy pronto su figura se va a ver tan
ligada al sepulcro del Apóstol, que las leyendas
épicas francesas medievales, le atribuyen, inexactamente,
el descubrimiento del mismo. Afirman además que
fue no solo el constructor de la basílica de Sahagún,
una de las localidades más importantes en el Camino
de Santiago, sino del mismo Camino. Ello nos da
una idea aproximada de la difusión que adquirió
la figura de Santiago en toda Europa, y de la atracción
que muy pronto empezó a ejercer sobre la Cristiandad
de Occidente.
Enseguida
comenzaron a llegar a la tumba del Apóstol visitantes
españoles y traspirenaicos. Se trataba del único
Apóstol enterrado en Occidente, a excepción de San
Pedro y San Pablo, martirizados en la misma Roma.
Debido a este privilegio, Compostela se va a convertir,
con Jerusalén y Roma, en uno de los tres grandes
centros de peregrinación cristiana en el mundo.
Pero además, el impulso que el milenario de la muerte
de Cristo en 1033, había dado a las peregrinaciones
a Jerusalén, se va a ver frenado por las dificultades
y peligros que supone el poder islámico controlando
los Santos Lugares. Ni siquiera las Cruzadas van
a poder despejar nuevamente el camino a los peregrinos
cristianos, que vuelven su vista inevitablemente
hacia Occidente, hacia Compostela. ¿Cuántos peregrinos
viajaban anualmente a Compostela ...? ¿Cuantos millones
habrán hecho la peregrinación a Santiago durante
la Edad Media ...? Se ha calculado que cada año
emprendían viaje a Compostela entre 200.000 y 500.000
peregrinos, en los momentos de máximo esplendor
de las peregrinaciones. Y que el fervor jacobeo
se mantuvo más tiempo de lo a veces se afirma en
las rutas europeas. Si bien a partir de la Reforma
protestante dejan entrever, aunque ya en el siglo
XVII, pudo volver a experimentar un lento renacer.
El
fenómeno de las Peregrinaciones Compostela, había
arraigado en forma invencible: esa mezcla de profundo
sentimiento religioso característico de todo lo
medieval, de amor al riesgo y a la aventura, de
evasión de "goliardismo", hasta de sentido
comercial, iba a constituir uno de los símbolos
y distintivos de la conciencia y la realidad de
Europa durante siglos.
*
* *
Un
fenómeno tan profundamente enraizado y extendido
como el de las peregrinaciones jacobeas, era natural
que provocase la aparición de un manual, o guía
informativa. Este objetivo lo satisfizo una obra,
surgida como tal en el siglo XII, y que se ha conocido
habitualmente como "Codex Calixtinus",
por atribuirse su composición al Papa Calixto II.
Su nombre encabeza efectivamente varios capítulos
de la obra, y una carta suya le sirve de prólogo-presentación.
En la actualidad se reserva esta denominación de
"codex calixtinus", para el bello manuscrito
de 225 folios, con escritura del siglo XII, que
se conserva en el Archivo catedralicio de Santiago
de Compostela. Una copia incompleta de 86 folios
se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón,
en Barcelona, con la signatura 99 del "Fondo
Ripoll", realizada en Compostela por el monje
Ripoll, Arnaldo del Monte, el año 1173.
A
partir de J. Beider, se conoce la obra transmitida
en el "Codex Calixtinus", como "Liber
Sancti Iacobi". Se trata de un conjunto de
materiales que fueron redactándose en diversas épocas
y en forma independiente, hasta que fueron sometidos
a una redacción o revisión final. Consta de cinco
secciones o libros:
Libro
I.- Conjunto de sermones, textos litúrgicos y formularios
para la liturgia de Santiago.
Libro
II.- Colección de 22 milagros debidos a la intersección
de Santiago y realizados en diversas regiones de
Europa.
Libro
III.- Relata la traslación del cuerpo de Santiago
a Compostela.
Libro
IV.- Conocido como el "Pseudo-Turpín"
por atribuirse al Arzobispo de Reims, Turpín.
Libro
V.- "Liber Pereginationis".
Tres
son las cuestiones más importantes sobre esta obra:
su autor, la fecha de composición y su intencionalidad.
Las
diversas teorías sobre el autor, podemos resumirlas
diciendo que hay que pensar en varios autores, teniendo
en cuenta que se trata de diversas unidades o partes.
Con todo, ha debido haber un "compilador"
que organizó todos esos materiales preexistentes
en un conjunto. Este autor pudo ser desde un monje
cluniacense a un clérigo secular, o incluso un "goliardo".
Pero además hubo un último "revisor" o
"editor", responsable de la forma que
la colección tiene en la actualidad. Aquí se apunta
una cierta verosimilitud, al francés Aymeric Picaud,
bajo cuyo nombre, asociado al del Papa Calixto II,
viene circulando el "Liber Sancti Iacobi".
Para
la fecha de "compilación" de la colección
se apunta el año 1160, o próximos.
El
objetivo de una obra de esta naturaleza, iría, según
los diversos autores, desde la propaganda e incitación
a peregrinar a Compostela, hasta una finalidad de
tipo docente y pedagógica, pasando por el apoyo
a la reforma litúrgica, la reforma espiritual en
general o la exaltación de la sede compostelana.
Aymeric Picaud y su "Liber Peregrinationis".
La
quinta y última sección del "Liber Sancti Iacobi",
es decir, el conocido como Libro V, se denomina
"Liber Peregrinationis". En la actualidad,
tanto su encabezamiento, como el "explicit",
lo numeran como "Liber III" o "Codex
quart" respectivamente, por haber sido desgajado
del libro IV, el "Pseudo- Turpín", hacía
el año 1610, y pasar, como consecuencia, el V a
ocupar el lugar del IV.
Se
trata de un breve tratado, mezcla de relato de viaje,
libro de consejos morales, y guía del peregrino
jacobeo. Es el primer libro de viaje-guía del peregrino
jacobeo que se nos ha conservado, de entre los 74
relatos de peregrinos a Compostela, que conocemos
hasta el siglo XVIII.
El
autor conoce por experiencia personal las rutas
que describe. En varias ocasiones se define como
francés, y por los juicios tan positivos que emite
sobre el Poitou, podría afirmarse que proviene de
esa región. La carta-epílogo del "Liber Sancti
Iacobi", atribuida al Papa Inocencio II (1130-1143),
cita a "Aymeric Picaudus", junto a su
compañera "Gilberta Flandrensis", como
el "correo" que trasladó el "Codex
calixtinus" a Compostela. Así como se admite
que Aymeric Picaud, originario de Parthenay (en
el Poitou), y capellán en Vézelay, pudo ser el "recopilador"
y el "editor final" de toda la obra, e
incluso autor material de parte de los Libros I
y IV, parece todavía más verosímil que él sea el
autor del "Liber peregrinationis".
Consta
la "Guía" de Aymeric Picaud, de un "Sumario"
y 11 capítulos, de muy desigual extensión. En ella
encontramos desde la indicación de cuatro vías principales
que desde el centro de Francia conducen a los Pirineos,
para una vez franqueados, fundirse en una sola hacia
Compostela; hasta la enumeración de las localidades
por las que pasan, y los ríos que cruzan, con la
condición buena o mala de sus aguas. Especialísimo
relieve e interés tiene la descripción y valoración
de los diversos pueblos que atraviesa el Camino
hasta Compostela: Pictavenses, Gascones, Navarros,
Castellanos y Gallegos.
Su
preocupación por las iglesias, que habían comenzado
a surgir impetuosamente en la segunda mitad del
siglo XI al servicio de Compostela, hace de la "Guía"
un precoz prontuario del arte románico de la Peregrinación.
He aquí su preocupación fundamental:
"El
motivo de la rápida enumeración de las localidades
y etapas que preceden, ha sido para que los peregrinos,
con esta información, se preocupen de proveer a
los gastos de viaje, cuando partan para Santiago".
Y
es que era una multitud ingente la que peregrinaba
a Compostela, animada de espíritu piadoso, pero
también votivo y penitencial, e incluso en cumplimiento
de una pena legal impuesta por los tribunales de
justicia. Con el tiempo se llegó a realizar la peregrinación
por delegación o encargo cobrando la correspondiente
tarifa por el servicio.
Cuando
el Cronista de Felipe II, Ambrosio de Morales, realiza
su viaje por encargo de rey, en 1572, ni el fervor
de las peregrinaciones ni el aprecio del "Liber
Sancti Iacobi" parecían encontrarse en su momento
de esplendor. La duda sobre el autor ya asaltó al
culto historiador cordobés, que tampoco mostró especial
afición ni aprecio por el "Liber peregrinationis",
del que comenta:
"Quien
quiera que fue el Autor, puso allí cosas tan deshonestas
y feas, que valiera harto más no haberlo escrito.
Yo le dije allí al Arzobispo Valtodano, que haya
gloria, y a los Canónigos, para que no tuviesen
allí aquello ..."
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