Era
un alma pecadora
Era
un alma pecadora, que para Santiago iba,
encontraba
un río fondo, que pasarlo no podía.
Daba
voces el alma al cuerpo que pasarlo no podía.
Ya
la oyera un caballero, que en la su cama dormía,
Ya
se atreve y le pregunnta a aquella alma qué tenía.
-
Cuando salí del mundo estaba la gente dormida,
Candela
no me encendieron, otra cosa no tenía.
-
Arrímate a las misas que has dado en la tu vida.
¡Ay
de mi, triste, cuitado! uído ninguna había,
entre
la hostia y el cáliz siempre me hallaba dormida.
-
Arrímate a las limosnas que has-de dado en la tu vida.
´¡Ay
de mi, triste, cuitada! yo dado ninguna había,
Si
no es un triste buevo una vez a una parida.
-
Arrímate a los rosarios que has-de rezado en tu vida.
-
Eso si, gracias a Dios, a dos y a tres cada día.
Siete
cuarentenas tengo, la una te prometía..
Con
esto camina el alma con contento y alegría.
A
la vuelta de Santiago, el alma por allí volvía.
-
Si dormís. el caballero, Dios vos dé buena dormida,
que
salvaste la vuestra alma, también salvaste la mía.
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delhommeb
at wanadoo.fr - 12/05/2018
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