http://www.turismo.navarra.es/
----------------------------------
Leyenda
de Roldán y Ferragut
Si
por una afortunada casualidad, pasan por delante
del Palacio de los Reyes de Estella-Lizarra, ejemplar
único de palacio románico, podrán observar esculpida
en uno de los capiteles que adornan su fachada,
la Leyenda de Roldán y Ferragut, que a continuación
les voy a contar:
En
aquel tiempo en que Carlomagno, rey de los francos,
vivía el esplendor de su imperio rodeado por la
aureola heroica de sus doce pares, ocurrió que un
gigante musulmán de origen sirio, descendiente de
la estirpe de Goliat, osó desafiar a cada uno de
los doce soldados.
Primero
venció al gran Ogier, a Reginaldo de Montalbán después,
y así, uno a uno, hasta que sólo quedó el valeroso
Roldán. Y aunque el emperador no había querido arriesgarlo
en tal empresa, éste acudió al desafío, que tradicionalmente
se celebraba en la ciudad de Nájera.
Según
contaban las malas lenguas, parecía que Roldán pudiera
ser sobrino, o tal vez hijo de los amores incestuosos
de Carlomagno y su hermana.
Los
combates de Roldán y Ferragut fueron terribles,
pero tan equilibrados que, finalmente, hubo de decretarse
una tregua al no producirse ningún claro vencedor.
Durante la tregua, el paladín cristiano y el campeón
islamita intimaron, y Ferragut, ingenuo y confiado,
confesó a su nuevo amigo el secreto de su poder:
sólo un punto de su cuerpo era vulnerable, el ombligo.
Al
día siguiente durante la comida, Roldán provocó
una discusión sobre la verdad y el error de sus
dos religiones, entonces enemigas declaradas, que
subió de tono hasta tal punto que ambos decidieron
resolverlo con una ordalía, es decir, un juicio
de Dios en el palenque.
Como
no podía ser de otra manera, en el primer encuentro
del combate Roldán hundió la punta de su lanza en
el punto débil que el propio gigante le había revelado,
el ombligo. Y fue así como el fiero y cándido Ferragut
cayó herido de muerte.
Desde
entonces hasta ahora, muchos varones de Nájera han
sido bautizados con el metálico nombre de aquel
gigante legendario: Ferragut.
----------------------------------------
Leyenda
de San Virila - Narrada por el Abad San Virila.
Por
aquel entonces, me sentía yo atormentado a causa
del dilema de la eternidad y las dudas me asaltaban
sin cesar. Rogaba a Dios, Nuestro Señor, para que
me ilustrara acerca de este misterio y encendiera
la luz en mi corazón. Una tarde de primavera, como
lo hacía habitualmente, salí a pasear entre los
frondosos árboles de la sierra de Leire.
Fatigado,
me senté a reposar junto a una fuente, y allí permanecí
absorto e hipnotizado escuchando el hermoso canto
de un ruiseñor.
Tras
lo que para mí fueron unas horas, retorné al monasterio,
mi hogar. Al rebasar la puerta principal, ningún
hermano monje me resultaba familiar. Deambulé por
las distintas dependencias, sorprendiéndome con
cada detalle y comprendiendo que algo extraño estaba
sucediendo.
Al
darme cuenta de que nadie me reconocía, me dirigí
al Prior, quien atónito, escuchó mi historia con
atención. Nos encaminamos a la biblioteca para intentar
descifrar este enigma y revisando antiguos documentos,
descubrimos que "hacía trescientos años, un
monje santo, llamado San Virila, había gobernado
en el monasterio y había sido devorado por unas
fieras en uno de sus paseos primaverales"?
Con
lágrimas en mis ojos, comprendí que ese monje era
yo y que Dios, por fin, había escuchado mis plegarias.
-----------------------------------------
Leyenda
de San Ataulfo - Narrado por Acipilón
Durante
el siglo IX, las costumbres en el norte de la Península
Ibérica no eran del todo ejemplares. Vivíamos una
época impura llena de escándalos monásticos, esposas
abandonadas y clérigos con concubinas. Corría el
rumor de que el obispo de Compostela, Ataulfo II,
quería terminar con los abusos y restablecer la
disciplina eclesiástica, aunque para ello tuviera
que emplear mano dura, pero tal decisión no gustó
nada a cuantos disfrutaban de tales alborotos.
Así
pues, una fría tarde de invierno, mi compañero Cadón
y yo mismo, Acipilón, recibimos la visita de varios
clérigos rebeldes, que muy disgustados ante la intromisión
del obispo compostelano, nos rogaron que nos personásemos
ante el entonces rey de Asturias, Alfonso III el
Magno. Debíamos acusar a Ataulfo de conspirar contra
su reinado y de andar en acuerdos con los moros
para entregarles las tierras gallegas y así lo hicimos,
porque tampoco nosotros queríamos ver reducidos
nuestros privilegios. Y no fue tarea ardua convencer
al rey, ya que entre sus pretensiones estaba la
de terminar con todos los enemigos de su corona.
Presentose
un día el citado obispo ante Alfonso III y no había
terminado de mostrarle sus respetos cuando, fue
llevado preso. Como todo traidor, su castigo sería
abandonarle a su suerte ante un toro salvaje.
El
día de autos, la plaza donde iba a tener lugar el
acontecimiento se hallaba repleta de gente. Todos
gritábamos entusiasmados y ansiosos por ver cómo
la bestia acababa con aquella poderosa amenaza.
Al salir la fiera al ruedo, embistió con carrera
acelerada a Ataulfo, pero justo antes de rozar los
ropajes del obispo y ante la atónita mirada de todos
los presentes, el toro se paró en seco y bajó la
cabeza sumisamente permitiendo que Ataulfo sujetara
sus cuernos. Arrepentido, comprendí que habíamos
cometido un craso error pues, sin duda, aquel día
quedó probada su inocencia.
Quiso
la historia que estos hechos no cayeran en olvido
y que se inmortalizaran para siempre en un bello
capitel del refectorio de la Catedral de Pamplona.
---------------------------------------
Leyenda
del Brujo de Bargota
Siendo
yo un niño solía jugar con mi hermano y amigos junto
a la charca de Viana, conocida hoy como La laguna
de las Cañas. En torno a sus aguas, se creía que
brujos de toda la comunidad se reunían para realizar
conjuros e invocar al diablo, pero los niños nunca
habíamos osado preguntar cuanto de verdad había
en aquellas historias.
Una
noche, mi hermano me convenció para esperar despiertos
y observar... No pude contener mi pavor cuando,
al mirar hacia el cielo, varias siluetas mágicas
surcaron el firmamento en dirección de la charca
de Viana.
Al
llegar a casa me escondí aterrado bajo las sábanas,
y cuando mi hermano estaba tratando de consolarme,
como si una fuerza se hubiera apoderado de él, salió
repentinamente de la habitación. A pesar de mi desasosiego,
salté de la cama y le seguí. Nos adentramos en la
oscuridad de la noche y enfilamos anhelantes hacia
la laguna. Escondidos entre la maleza descubrimos
espantados cómo varios brujos bailaban alrededor
un intenso fuego mientras recitaban ininteligibles
frases. De entre todos, pudimos reconocer a Juanes,
vecino del pueblo que según las malas lenguas, siempre
había anhelado ser proclamado sacerdote
Días
después, comenzó a rumorearse que El Brujo de Bargota,
como apodaban a Juanes, había invocado una noche
al diablo y se había servido de malvados geniecillos
para lograr levantar su casa en una sola noche.
Y aunque nosotros habíamos sido testigos de todo
aquello, no osamos confesarlo y se convirtió en
nuestro secreto mejor guardado.
Años
más tarde, tras la celebración del juicio de Juanes
por el Tribunal de la Inquisición de Calahorra,
mi hermano quiso hacer de aquella vieja casa su
hogar . Pero pronto tuvo que abandonarla pues los
gritos ensordecedores del brujo le despertaban cada
noche helándole la sangre.
Aún
hoy, si observa detenidamente el cielo, descubrirá
la silueta del Brujo de Bargota, sobrevolando el
pueblo de Viana...
------------------------------------
Leyenda
del Puente de Zubiri
Allá
por el siglo XI, en la aldea de Zubiri, que atraviesa
el Camino de Santiago en su descenso de Roncesvalles,
todos los lugareños trabajábamos incansables con
la ilusión de levantar un hermoso puente de piedra
sobre el río Arga, que facilitara el paso a los
peregrinos. Sin embargo, parecía que un extraña
malidión impedía que concluyéramos aquella obra.
Extrañados
por la dificultad de levantar el pilar central nos
vimos obligados a excavar en la roca que tenía que
soportarlo. Para nuestra sorpresa, encontramos los
restos perfumados de una joven. Era nada menos que
el cadáver de Santa Quiteria, protectora de la rabia.
Puestos
sobre una mula y acompañados del festivo cortejo
episcopal, los restos santos se encaminaron en procesión
hacia la catedral del reino a Pamplona. Al llegar
al lugar de Burlada, la mula se detuvo y no hubo
forma humana capaz de hacerla avanzar. Concluyó
el cortejo que era decisión de lo Alto que Santa
Quiteria permaneciera para siempre en aquella villa
caminera y allí se depositaron sus reliquias.
Respecto
al pilar central de nuestro querido puente de Zubiri,
desde entonces hasta ahora ha ejercido su función
sanadora de la rabia a lo largo de los siglos. Animales
y humanos han curado o prevenido la enfermedad rodeándolo,
y según se cuenta, no ha perdido su virtud taumatúrgica
hasta el día de hoy.
------------------------------------------------------
Leyenda
de Guillén y Felicia - Narrada por Guillén
Cada
mañana, al despertar, mi apreciada hermana Felicia
y yo, Guillén, salíamos a pasear por los jardines
de palacio en Aquitania y compartíamos sueños acerca
del día en que ella contrajese matrimonio con un
poderoso noble, garantizando así las riquezas de
nuestro ducado.
Siguiendo
la tradición familiar de peregrinar a Santiago,
como un día hiciera Guillermo X, Felicia nos anunció
que también ella deseaba emprender la ruta jacobea
antes de desposarse, y así lo hizo. Pero de regreso
a casa, sintiendo en su alma el ansia de la ayuda
al prójimo, decidió quedarse recluida como sirvienta
en una pequeña localidad navarra, llamada Amocáin.
Al
enterarme de su decisión, fue tal el despecho y
el coraje que sentí, que en cada rincón de palacio
se escucharon mis gritos. Sin poder controlar mi
desesperación, fui en su busca. Al encontrarla,
y ante su negativa de regresar a palacio conmigo,
una incontrolable furia se apoderó de mí y acabé
con su vida. Angustiado y arrepentido, emprendí
mi peregrinación a Santiago implorando perdón. De
vuelta a mi hogar, desconsolado, decidí levantar
una ermita en el alto de Arnotegui, donde quedaría
orando en soledad el resto de mis días.
El
cuerpo de mi hermana fue trasladado a una localidad
próxima llamada Labiano, donde a sus gentes, desde
entonces curan sus dolores de cabeza venerando sus
reliquias. Hoy es el día en que aún lloro la pérdida
de mi querida Felicia.
-------------------------------------------------------------
Leyenda
del Txori
Puente
la Reina 1834. En época de la primera guerra carlista,
fui llamado una mañana por el Conde de Viamanuel,
general del ejército isabelino, para acompañarle
en su paseo matutino. Montamos en nuestros caballos
y recorrimos las calles de la ciudad. Al aproximarnos
al puente románico que da nombre a la localidad,
observamos cómo una algarabía de lugareños reunidos
miraba absorta la imagen de la Virgen del Puy.
Invadidos
por la curiosidad, nos acercamos y descubrimos que
la causa de tal admiración no era otra que la ilusión
con la que el "pajarico" limpiaba el rostro
de nuestra adorada Virgen. Resultaba todo un espectáculo
observar cómo el txori recogía agua con su pico
sin cesar y con la ayuda de sus alas quitaba con
mimo las telarañas de la Virgen.
A
punto estaba de unirme al inmenso júbilo de la gente,
cuando escuché las estrepitosas carcajadas del conde
burlándose del pájaro y de la admiración que le
profesaba el pueblo. Ofendidos e indignados, los
puentesinos le abuchearon y al sentir el desprecio
del pueblo dio media vuelta y se alejó.
Observé
que mi señor se encontraba encendido por la ira.
Sin embargo, no podía dar crédito a lo que sucedió
horas más tarde: el conde junto con algunos guardias,
hicieron tronar sus cañones simulando que estábamos
siendo atacados por el general Zumalacárregui. Al
caer el sol, dio por terminada la farsa, que no
había perseguido otro fin que la de vengarse de
los puentesinos. Pero a pesar de sus artimañas,
el conde no consiguió eliminar ni un ápice de la
devoción popular.
Cuando
dos semanas más tarde fue derrotado por las tropas
de Zumalacárregui en las peñas de San Fausto y fusilado
por las tropas tradicionalistas, los puentesinos
convinieron que se trataba de un justo castigo del
cielo por mofarse del querido txori.
--------------------------------------------------------
Leyenda
de Eunate-Olcoz - Narrada por un maestro cantero.
Habiéndome
sido encargada la talla del pórtico de Santa María
de Eunate, me sentía pletórico y halagado. Decidí
recluirme para sentir la inspiración divina y así
poder realizar una obra maestra, pero al volver,
hallé que un gigante cantero dotado de poderes sobrenaturales,
que ya había concluido el trabajo que me había sido
encomendado.
Indignado,
me dirigí al Abad, quien haciendo caso omiso a mis
explicaciones, me dio a entender que mi ausencia
había sido considerada como una falta de respeto
hacia los monjes y hacia él mismo. Como castigo,
me mandó esculpir una obra pareja, que debería finalizar
en el mismo plazo empleado por el gigante cantero:
ni más ni menos que tres días.
Desesperado
ante la magnitud de la encomienda, me adentré en
el bosque decidido a invocar al diablo. Sin embargo,
fue la bruja Laminak quien, compadeciéndose de mí,
me confió el secreto mágico que resolvería mi problema.
Siguiendo
sus consejos, me hice con la piedra de Luna que
una gran serpiente guardaba en su boca, pues me
informó que la depositaría en la orilla del río
la noche de San Juan.
Con
la luz de la luna reflejada en la piedra, el cáliz
y el agua del Nequeas, ví sorprendido como se obraba
el milagro. No obstante, algo falló y la portada
surgió invertida, como reflejada en un espejo. El
pueblo quedó maravillado y el gigante cantero, invadido
por la ira, pegó tal patada a mi obra, que ésta
fue a parar a una población cercana.
Quienes
no puedan resistir su curiosidad, deben saber que
pueden admirar hoy mi obra en la iglesia de Olcoz,
y la misma portada pero opuesta, en la iglesia de
Santa María de Eunate.
--------------------------------------------------------
Leyenda
de Sigurd
El
viajero que se detiene frente a la portada de Santa
María la Real de Sangüesa, encuentra diversas esculturas
que relatan la leyenda nórdica de Sigurd, que sin
duda llaman su atención. Yo, el cantero anónimo
que tuve la destreza de tallarlas voy a explicarles
su origen y su sentido.
Odín
había encargado a los gigantes la construcción de
un puente que comunicara el Valhalla con la tierra
y ellos, a cambio, pidieron que se les entregara
a Freya, símbolo de la fecundidad y la belleza,
e hija predilecta de los dioses.
Para
no pagar tan alto precio los dioses negociaron duramente
y consiguieron que los gigantes exigieran en su
lugar el legendario tesoro que los enanos nibelungos
habían extraído a lo largo de generaciones de las
aguas auríferas del Rhin. Una vez concluida la obra
y cumplida su voluntad, los gigantes introdujeron
el tesoro en una caverna bajo la custodia del sanguinario
dragón Fafner.
Mime,
uno de los más sabios entre los enanos, supo de
la muerte del rey Sigmundo, héroe de los voslungos,
y consiguió ser maestro de su pequeño huérfano Sigurd,
a quien educó para la lucha.
Cuando
éste fue ya un joven fornido, le entregó los fragmentos
de la espada de su padre, la mágica Gram, y le impuso
como primera misión y prueba iniciática, la muerte
del dragón Fafner.
El
joven héroe fraguó de nuevo la espada con la ayuda
del herrero-mago Regín, quien enseñó al mozo algunos
de los secretos para la lucha con los dragones.
Y de tal modo, Sigurd hirió a Fafner en el cuello
a la primera acometida, cayendo por la violencia
del choque algunas gotas de sangre del dragón en
su boca. Esto hizo que, de pronto, el héroe comprendiera
el lenguaje de las aves que le revelaron que si
se bañaba en la sangre del reptil se haría invulnerable.
Asimismo le confesaron la existencia del tesoro
que hasta entonces se le había ocultado por los
enanos y la intención de Mime de hacerle matar a
su regreso.
Sigurd
se sumergió, naturalmente, en la sangre del dragón,
pero durante el baño, la hoja de un tilo otoñal
cayó en su espalda, dejando un espacio vulnerable
que sería decisivo en el transcurso de la leyenda.
Después de matar a Mime, el héroe buscó a Regín
y cumplió el precio que el herrero le había solicitado
a cambio de su trabajo, el corazón de Fafner.
Y
así comenzó la historia de sus aventuras que, mucho
más tarde, las óperas de Wagner harían tan populares.
------------------------------------------
La
canción de Roldán - Narrada por Carlomagno.
En
torno al año 778, me encontraba yo, Carlomagno,
aguardando la sumisión de Zaragoza, con lo que no
fue para mí una sorpresa recibir en mis dependencias
a emisarios del rey zaragozano Marsil, que portaban
consigo un mensaje de paz. Como respuesta, consagré
a Ganelón la tarea de llegarse hasta Zaragoza para
que aceptara la propuesta de Marsil, y habiendo
logrado nuestro objetivo, decidí que mi ejército
y yo mismo podíamos retornar a Francia.
Así
dispuse que mi fiel Roldán ostentara el estandarte
que le acreditaba como jefe de la retaguardia mientras
emprendíamos el regreso a nuestro añorado hogar.
Todo
estaba en orden, hasta que un día mientras jugaba
una partida al ajedrez, escuché el escalofriante
sonido del olifante de mi querido Roldán. Me quedé
paralizado pues supe al instante que algo horrible
debía estar pasando, pero Ganelón me intentó disuadir
haciéndome creer que nuestro osado Roldán estaría
dedicándose a otros menesteres, como la caza, y
que seguramente no necesitaría ayuda.
Las
palabras de Ganelón no me tranquilizaron, y una
fuerza en mi interior me llevó hacia el lugar donde
debían encontrarse los caballeros de mi ejército.
Al llegar al desfiladero de Roncesvalles, comprendí
cuál había sido la causa de mi tormento, y allí
encontré la tierra rociada con la sangre de mis
pares, desolada y sembrada con sus cuerpos.
No
podía entender lo que había ocurrido, pero una súbita
sonrisa llena de malicia en el rostro de Ganelón
me indicó que sin lugar a dudas, él estaba al tanto
de cuanto allí había acaecido. Aquel detestable
ser que quería ver muerto a su propio hijastro Roldán,
había conspirado contra mí y se había aliado con
Marsil.
Juré
que devolvería diente por diente y consagré toda
mi energía a perseguir al ejército zaragozano hasta
que logré destruirlo y Zaragoza cayó rendida a mis
pies. En cuanto al despreciable Ganelón, sólo puedo
decir que recibió lo que merecía y tras un justo
juicio fue descuartizado en Aix.
Así
fue cómo logré vengar la memoria de mi ejército.
Y
la historia quiso que todos estos eventos quedaran
plasmados en la memoria popular; así se recuerdan
en uno de los poemas épicos medievales más conocidos:
"La Chançon de Roland" o "Cantar
de Roldán".
---------------------------------------------------------------
retour
à Q.Culture Histoire
home
|