Material
(Joan Fiol Boada / Gronze.com)
http://www.gronze.com/pagines/castellano/informacion.htm
Las
botas.
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Obviamente, en un viaje a pie, éste es el elemento
al que más atención hemos de prestar. Las más adecuadas
son las denominadas botas de trekking: ligeras,
de caña alta para proteger el tobillo e impermeables
al agua.
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De todas formas, hay peregrinos que prefieren andar
con calzado de senderismo de caña baja o incluso
con unas simples zapatillas deportivas. En este
último caso, la lluvia, el barro y los fuertes desniveles
pueden ponernos en apuros.
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Está claro, eso sí, que nunca las debemos estrenar
el mismo día en que empezamos el Camino; todo lo
contrario, debemos haber andado muchos kilómetros
con ellas.
La
mochila.
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Debe tener entre 45 y 55 litros de capacidad.
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Debe ser anatómica y de altura regulable para adaptarla
mejor a la espalda.
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Colocaremos las cosas dentro de la mochila separadas
de forma funcional por bolsas de plástico (que no
hagan ruido para no molestar a los compañeros de
albergue), y situaremos las más pesadas en la parte
baja (para mejorar el punto de equilibrio).
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También nos será más cómodo disponer las cosas de
tal forma que tengamos siempre la cantimplora y
la cámara fotográfica a mano; así no deberemos descargar
y cargar la mochila cada vez que queramos beber
o hacer una fotografía.
El
peso de la mochila.
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El peso de la mochila es, a parte de la preparación
física, el aspecto más importante a tener presente
antes de partir. Es necesario reducirlo al mínimo
posible, intentando que no supere el 10% o 12% de
nuestro peso corporal. En ningún caso debe exceder
los 10 kilos, incluyendo el peso del agua.
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A pesar de que todos los libros y guías del Camino
advierten de este hecho, son muchos los peregrinos
que deben facturar a casa parte del material, en
algunos casos después de haber recorrido tan solo
una o dos etapas. Por lo tanto, debe evitarse llevar
nada 'por si a caso'. Además, a lo largo de Camino
encontraremos todo tipo de establecimientos donde
poder comprar, en un momento dado, aquello que nos
sea necesario.
La
sujeción de la mochila.
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Este es un factor importante para evitar tanto la
acumulación del cansancio como la excesiva carga
en la espalda y los hombros.
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Para una correcta sujeción, primero aflojamos al
máximo las cintas que se cuelgan a los hombros.
Después desplazamos la cinta de la cintura a la
altura del hueso de la cadera, teniendo en cuenta
que una vez bien apretada nos sea posible tocar
con los dedos el hueso por encima de la cinta. Apretamos
fuerte esta cinta de la cadera y ajustamos las cintas
de los hombros sin tensarlas, de tal forma que podamos
poner sin dificultad los dedos entre estas cintas
y el cuerpo.
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De esta forma conseguimos que la mayor parte del
peso de la mochila se cargue directamente sobre
las piernas, liberando considerablemente la espalda
y los hombros.
La
ropa.
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Dos mudas para andar y otra para después de la ducha
es suficiente.
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En épocas de calor, las camisetas térmicas de verano
son mejor que las clásicas camisetas de algodón,
pues son muy ligeras, transpirables y no retienen
la humedad.
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En invierno es necesario llevar ropa de abrigo,
y en verano no debemos olvidar llevar un polar delgado.
El
saco de dormir.
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En verano con uno de +15 (grados de confort) es
suficiente. Algunos sólo pesan 700 gramos.
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Para otras épocas del año necesitaremos uno de +10
o +5, que no supere el kilo de peso.
El
bordón.
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Es, junto con la vieira, el elemento simbólico más
significativo vinculado al hecho de la peregrinación.
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Además, es muy útil tanto para acompañar el paso
como para tener un punto más de apoyo en las bajadas.
- Por el tipo de camino que encontraremos, el más
adecuado es el tradicional bastón de madera respecto
al más moderno palo de montaña de tipo telescópico.
Para
la lluvia.
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La mayoría de los caminantes llevan una capa impermeable
(el conocido poncho) que también cubre la mochila,
pero resulta incómodo si sopla el viento.
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Una buena alternativa es llevar una chaqueta y unos
pantalones impermeables, y un protector impermeable
para la mochila. Incluso es una buena idea llevar
un pequeño y ligero paraguas.
Para
el sol.
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Es imprescindible llevar un sombrero o una gorra
con visera y crema de protección solar.
Para
el frío y el viento.
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Además de la ropa adecuada, no debemos olvidar llevar
alguna prenda para proteger la cabeza.
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Según la época del año, también llevaremos bufanda
y guantes.
Otro
calzado.
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Es recomendable un calzado cómodo para descansar
y pasear, una vez finalizada la etapa.
La
esterilla.
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La esterilla, o aislante de caucho, nos será útil
si alguna vez debemos dormir en el suelo. Y también
para descansar o hacer una siesta en el campo.
Para
la ducha.
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Chancletas, una pequeña toalla y los productos higiénicos
necesarios.
El
botiquín.
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Debemos tener presente que en los albergues hay
un completo botiquín a disposición de los caminantes
y, además, encontraremos muchas farmacias a lo largo
del Camino.
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Por lo tanto, será suficiente con llevar: aspirinas,
agujas hipodérmicas, desinfectante, tijeras, gasas,
pinzas y esparadrapo (de tela y ancho).
El
móvil.
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Es prescindible, pero si se viaja solo será un importante
elemento de seguridad.
Documentación
básica.
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El DNI, la tarjeta de la seguridad social o entidad
médica correspondiente, y la credencial del peregrino.
Material
adicional.
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Una pequeña linterna frontal para movernos de noche
en el albergue, una funda de cojín por cuestiones
higiénicas, detergente para lavar la ropa, pinzas
para tenderla e imperdibles para colgarla de la
mochila si al día siguiente todavía no está seca.
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También una cantimplora, pañuelos de papel, papel
higiénico, un reloj con función de despertador,
tapones para las orejas para quien lo crea conveniente,
y dinero y tarjeta de crédito.
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