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YA
TENGO LA MOCHILA, Y AHORA… ¿CON QUÉ LA LLENO?
Publicado
por Diario de una mochila
Abres
el armario y un sudor frío recorre tu cabeza mientras
escuchas la cancioncilla del Tetris, aquel juego
que revolucionó el mundo del videojuegos donde uno
tenía que ir encajando piezas de distintos colores
que iban cayendo por la pantalla. Mentalmente intentas
embutir todos los bártulos en la mochila pero es
imposible, sabes que vas a tener que dejar cosas.
Muchas, muchas cosas.
Lo
primero que hay que hacer a la hora de “plantear”
el equipaje es una lista con las necesidades del
recorrido.
Digo
necesidades porque tienen que ser tratadas como
tales. Me explico: “la chaqueta negra que me regaló
mi hermana para Navidad” no es una necesidad. Es
una solución a una necesidad, primero debemos generalizar
y después concretar en cosas tangibles. Chaqueta
impermeable puede ser un buen sustituto al caso
mencionado antes; prenda de abrigo, iluminación,
algo para cortar etc. Son otros ejemplos.
Una
vez desarrollada la lista,
Una
vez desarrollada la lista, sólo tendremos que buscar
en nuestro armario correspondencias con estas necesidades.
Es probable que algunas ítemes cubran más de una
(navaja multiusos puede ser un cuchillo, pinzas
y tenedor). Hacerlo de esta forma, evitará acarrear
con objetos duplicados y llevaremos sólo lo justo;
a mi, me ha funcionado siempre a las mil maravillas.
Con el tiempo uno aprenderá a hacer la mochila casi
con los ojos cerrados, pero tanto si vas al Camino
de Santiago como si emprendes un viaje que conlleve
un largo periodo de tiempo, una breve planificación
inicial es de mucha ayuda.
A
continuación detallo una lista con las cosas que
considero “indispensables” para el Camino.
Como
siempre, no os la toméis al pie de la letra, sólo
como mera orientación, cada persona debería elaborar
su propia lista de acuerdo a sus “necesidades” y
evidentemente, a la época del año.
Ropa:
2
camisetas, 2 pantalones (que uno fuese desmontable
no vendría nada mal), 3 pares de buenos calcetines,
3 piezas de ropa interior, chubasquero, pantalón
impermeable, prenda de abrigo incluso en verano
(y es que ya lo dice el dicho: en Burgos hay dos
estaciones, invierno y la del tren), toalla y sandalias.
Para
dormir:
saco
de dormir, tapones (muy importantes si no soportas
los ronquidos). Como ya mencioné en la entrada del
saco de dormir, podéis traer la esterilla por si
las moscas si sois de aquellos que soléis llegar
tarde a los albergues o hacéis el último tramo a
Santiago. Tengo que decir no obstante, que yo no
la he echado de menos ni un día
Aseo:
esto
lo dejo a gusto de cada uno por resultar de lo más
personal.
Primero
auxilios:
no
soy médico ni pretendo serlo. No entraré pues a
mencionar éste o éste otro medicamento. Diré no
obstante, que los dolores musculares son comunes;
las picaduras de insectos o plantas y reacciones
alérgicas a exposiciones prolongadas al Sol aparecen
en algunos peregrinos; es normal encontrarse también
con caminantes con síntomas de deshidratación, tendinitis
y ampollas (muy frecuentes), insolaciones o heridas
en general. Traed lo básico con vosotros, el restos
siempre podréis conseguirlo en una farmacia o en
los botiquines de los albergues.Ocio: nunca viene
mal llevar una baraja de cartas, unos dados, un
libro o algo de música para las tardes en las que
a uno le apetece desconectar o disfrutar de un rato
divertido entre amigos.
Miscelánea:
cantimplora,
una navaja (si incluye tenedor y cuchara, mejor
que mejor), linterna (muchas veces tendrás que entrar
en la habitación y rebuscar en la mochila a oscuras),
un trapo, crema solar, gafas de sol (que probablemente
acabarás perdiendo), hilo y aguja (para hacer algún
remiendo o curar ampollas), detergente en polvo
o una pastilla de jabón lagarto para lavar la ropa,
un puñado de pinzas, unas cuentas bolsas de plástico,
libro del Camino de Santiago, bastones para andar
(1 ó 2). Un par de mosquetones pueden resultar útiles.
Yo siempre los llevo y el algún momento los acabo
utilizando.
Otros:
si
os traéis una cámara de fotos no olvidéis un pen-drive
para ir volcando todas vuestras fotos, más de uno
en el camino se ha quedado sin fotos por no hacer
una copia de seguridad. También recomiendo traer
algún recuerdo personal que sirva de vínculo a vuestro
hogar o a vuestra gente: puede ser desde una foto
de la familia, hasta un colgante que os regaló vuestra
pareja o ese peluche que tanto significa para vosotros.
Hobbies:
si
tenéis un hobby, no os lo dejéis en casa. Con esto
no quiero decir que si es la vela, os traigáis el
barco a cuestas. Bromas a parte, si os gusta hacer
pulseras, cocinar, la caligrafía japonesa o la música,
guardad un espacio en la mochila para hilos, especias,
pinceles o la flauta; no sólo por ser una buena
forma de pasar las tardes, sino que además puede
ser un muy buen regalo entre peregrinos que recordarán
el gesto, por simple que sea, durante mucho tiempo.
Empaquetar
la mochila
Bueno,
ya lo tenemos todo sobre la cama perfectamente ordenado,
pero hay tantas cosas que no sabemos por donde empezar.
Empaquetar la mochila es una cuestión de gustos
y las combinaciones son tantas según el tipo y forma
de la mochila que empezar a enumerarlas sería una
tarea peregrina. Yo suelo enrollar las prendas para
aprovechar mejor el espacio de la mochila; dejar
el compartimento mayor sólo para ropa; si hay compartimento
para saco de dormir, reservarlo para bolsa de aseo,
comida u otras misceláneas, y el saco de dormir
sujetarlo por fuera a la mochila con una goma elástica.
Organiza
la mochila a tu gusto.
En
las próximas semanas va a ser tu armario, escritorio,
botiquín, despensa… llevarás literalmente la casa
a cuestas. Sé pulcro y ordenado e invierte ese tiempo
extra para que la mochila no sea un desastre el
segundo día. Recuerda además que en esta vida siempre
hay que viajar ligero. Así que ¿por qué no aplicar
esto al Camino de Santiago? Piénsalo dos veces antes
de meter algo en la mochila y deja los “por-si-acasos”
en casa, una vez te pongas en marcha, será demasiado
tarde: GAME OVER.
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