INFORMACIÓN
Asociación
de Amigos del Camino de Santiago de Zaragoza
http://www.peregrinoszaragoza.org/Informacion.htm
información
(Zaragoza) PDF
Antes de ponerse a recorrer el Camino de Santiago,
se deben tener en cuenta varias cosas, principalmente:
Por dónde
El 90% de los peregrinos eligen el llamado "Camino
Francés", que es el que va a Santiago desde
la frontera francesa, por Somport o por Roncesvalles.
Es el que más refugios tiene y el más concurrido.
Un porcentaje muy importante de peregrinos comienza
en estos dos sitios, pero se puede empezar en cualquier
localidad de los muchos caminos que recorren España.
Para que
se considere una peregrinación y obtener la Compostela
se necesita recorrer un mínimo de 100 kilómtetros
a pie o a caballo y 200 en bicicleta.
Cuándo
El verano garantiza buen tiempo y falta de lluvia.
Pero también es la época más concurrida y puede
haber problemas de espacio en los refugios.
De octubre
a marzo se corre el riego de encontrar abundande
lluvia o incluso nieve.
Mayo y septiembre se presentan
como los mejores meses. Ni mucho calor, ni mucha
gente, ni mucho frío. Eso sí, tampoco está garantizado
el buen tiempo.
Cómo
Aproximadamente, las tres cuartas partes realizan
la peregrinación andando y el resto en bicicleta.
Unos pocos eligen medios como caballos o burros,
pero es completamente desaconsejable puesto que
no hay una infraestructura adecuada para estos animales.
Tampoco se recomiendan los animales de compañía.
A pie se tarda más, como es obvio, pero también
se hacen más visitas culturales en cada pueblo y
se conoce en profundiad a muchos compañeros de peregrinación.
Algunos datos para recorrer el Camino
Recorrer el Camino de Santiago a pie no es tarea
sencilla, si bien puede considerarse al alcance
de cualquier persona con una mínima preparación
deportiva.
Y no es tarea sencilla porque el recorrido,de
aproximadamente 800 km desde Roncesvalles ó 900
desde Somport, transcurre en su mayor parte por
pistas y caminos de tierra, a menudo pedregosos
o propensos a encharcarse durante buena parte del
año.
Una mitad del Camino discurre por zonas de
accidentado perfil, salpicadas de continuos repechos,
subidas,bajadas y algún que otro puerto de considerable
entidad. Pero el peregrino puede planificar el recorrido
a su antojo, tanto en tiempo como en las distancias
a recorrer, teniendo en cuenta tanto su preparación
física como su tiempo disponible.
Los factores clave que el peregrino deberá tener
muy en cuenta antes de iniciar el recorrido son:
la preparación física, la alimentación en marcha,
la planificación del trayecto, el previsible estado
de la ruta y el equipaje a transportar.
La preparación física
Hay que distinguir en este apartado la preparación
que deberán seguir los ya iniciados en recorridos
o largas caminatas y la de quienes se acercan por
vez primera a una gran travesía.
Para los primeros bastará con mantener un ritmo
de salidas, acostumbrarse a algunos elementos que
pueden resultar novedosos en un recorrido como el
Camino de Santiago.
Así, por ejemplo, es importante aclimatarse a
viajar por estrechos senderos o salvar fuertes pendientes.
Los no iniciados deberán comenzar por un proceso
lento de aclimatación a los recorridos por caminos,
senderos y zonas de firme irregular. No conviene
obsesionarse por hacer kilómetros.
Durante la última semana habrá que entrenar ya
con la mochila a cuestas y utilizando los mismos
materiales que se van a llevar luego.
Es fundamental
no dejar nada sin probar antes de partir, desde
el calzado hasta el impermeable, pasando por las
prendas de abrigo, por el sombrero y el bordón,
etc.
En el Camino de Santiago, el caminar, en general,
no está reñido con la edad. Lo fundamental es que
cada uno lleve el ritmo que mejor le acomode pues
tanto cansa la excesiva lentitud como la viveza
del paso. He de recordar los viejos y sabios refranes
como “la cuesta que te cueste”, o aquel otro “no
hay atajo sin su trabajo, y también “sube como
un viejo, para continuar como un joven”.
Las provisiones en ruta
Aunque a lo largo del Camino sólo encontraremos
un par de zonas en las que transitaremos durante
horas sin tropezar con población alguna, no hace
falta llevar consigo mas que las suficientes provisiones
que garanticen la reposición de las sustancias consumidas
por el esfuerzo, para un caso de desfallecimiento.
En este sentido, será suficiente llevar unos frutos
secos, alguna pieza de fruta, un poco de chocolate,
o un poco de glucosa (GlucoSport).
Todo ello acompañado siempre por el imprescindible
suministro de agua, al que se puede añadir algún
complejo vitamínico o bebida isotónica.
La planificación del recorrido
Antes de partir, hay que tratar de conjugar el
interés histórico-artístico o la tradición jacobea
de las poblaciones elegidas como final de etapa
con un recorrido asequible para un caminante de
tipo ¿medio?.
En todo caso, en las Asociaciones de Amigos del
Camino se atiende gustosamente a los posibles peregrinos,
asesorándoles sobre todos los aspectos del Camino.
Nunca debe convertirse el Camino de Santiago
en una carrera hasta Compostela, y por ello resulta
aconsejable contemplar siempre un amplio margen
de tiempo en el que tengan cabida todos aquellos
alicientes que sin duda el peregrino irá encontrando
en su travesía; un margen que incluso considere
la posibilidad de dedicar jornadas enteras a aspectos,
lugares o gentes que, surgiendo sobre la marcha,
ejerzan una fascinación tal que inviten a ser vividos
con el detenimiento que requieren. Esto debe ser
así porque en el Camino no sólo se ve, sino que
tambien se oye, se vive.
A la hora de planificar el recorrido se ha de
tener en cuenta, en primer lugar, la disponibilidad
de tiempo. No conviene obsesionarse por avanzar.
Los grandes caminantes obtienen unas medias de 10
ó 11 minutos por kilómetro recorrido.
Pero resulta mucho más gratificante dejarse acompañar
por la armoniosa cadencia que genera la propia ruta
y aprovechar al máximo las jornadas de que se disponga.
Otro factor fundamental a la hora de hacer los
planes es la propia preparación física.
Para ello no basta sólo con contabilizar los
kilómetros del recorrido elegido. Hay otros factores
que hay que tener muy en cuenta, como es el de su
perfil o el tipo de superficie por el que se transita.
Como siempre, también en el Camino las obsesiones
son malas compañeras, y, en caso de que no se vea
con claridad la posibilidad de llegar hasta el punto
prefijado como final de etapa, es más aconsejable
buscar refugio en otro lugar que aventurarse a intentar
llegar a la meta prevista, con el riesgo de una
posible pérdida cuando se acerca la noche.
El lugar elegido para pernoctar es otro de los
factores que deben influir en la planificación de
la ruta, tratando de contemplar siempre una posibilidad
alternativa próxima al lugar elegido como fin de
etapa, ya que, según la época del año en que se
haga el recorrido, aquél pudiera estar lleno a nuestra
llegada.
Una correcta planificación de la ruta nos
facilitará el hecho de disfrutar en plenitud del
Camino de Santiago, evitando tanto la obsesión por
avanzar, lógica al principio, como las angustiosas
prisas de última hora.
El estado de la ruta
El estado de la ruta variará ostensiblemente
en función de la época del año en que se realice
el Camino de Santiago. Los elementos que determinan
la bondad o no del recorrido son fundamentalmente
tres: el calor, la lluvia y las zonas encharcadas
o embarradas.
Sin duda la fecha óptima para iniciar el Camino
de Santiago es durante la primera quincena del mes
de septiembre. Superados los rigores estivales,
el peregrino dispondrá aún de numerosas horas de
luz en las que podrá disfrutar de un paisaje espectacular
inundado de tonos otoñales.
Otra buena época es
entre los meses de mayo y junio. En estas épocas
prácticamente se puede caminar desde el amanecer
hasta la puesta del sol.
Los meses de julio y agosto son, por razones
obvias, los más utilizados para efectuar el Camino
de Santiago. En esta época del año habrá que aprovechar
las primeras horas del día y las últimas para afrontar
los recorridos. El sofocante calor y la falta de
agua pueden causar, especialmente en la meseta,
importantes problemas a quien no tome las oportunas
medidas al respecto.
Desde noviembre hasta marzo es más difícil transitar
por el Camino. Lluvia, nieve y barro probablemente
nos esperen al principio y al final del mismo.
Durante los primeros meses de la primavera y
al comienzo del otoño, el Camino de Santiago se
manifiesta en plenitud. Los paisajes alcanzan en
estas fechas sus imágenes más impresionantes combinando
una infinidad de matices que los convierten en un
espectáculo sorprendente y placentero.
El riesgo está en que la inestabilidad climatológica,
con cambios de tiempo y lluvias que pueden ser frecuentes,
nos puede complicar seriamente algunas etapas.
¿Cómo hacer el Camino, sólo o en compañía?
La respuesta es que no existe ningún problema
en hacerlo sólo, pues siempre nos encontraremos
con otros peregrinos con los que podamos compartir
un rato de compañía, y tramos realmente solitarios
apenas los hay.
Si elegimos viajar en compañía, hay
que tener presente que el ritmo de los componentes
del grupo debe ser en lo posible homogéneo, y que
compartir demasiado tiempo con otros puede acarrear
algún problema de convivencia.
El equipaje
Tanto el equipaje como su correspondiente peso
han de reducirse al mínimo imprescindible.
Hay que
tener en cuenta que en el Camino, según cuándo lo
hagas, puede haber toda clase de situaciones climatológicas
y, claro, debes ir preparado, pero sin pasarte,
porque tienes que llevarlo encima.
Dicen que antiguamente el equipaje del peregrino
consistía en un abrigo o capa con una esclavina
para protegerse de la lluvia y del frío, un sombrero
de ala ancha, para el sol y el agua, unas sandalias,
supongo que el que pudiese unas botas, una calabaza
para llevar el agua o el vino, un macuto o zurrón
para la comida y las cosas personales, el bordón
para apoyo y defensa tanto de animales como de personas,
la vieira y una credencial que, sellada en iglesias,
hospitales o albergues, daba autenticidad de su
peregrinación.
Actualmente y de todo lo anterior sólo dos cosas
siguen siendo útiles: el sombrero, que ahora es
de algodón, y el bordón, que aparte de apoyo sirve
para que no se hinchen las manos y para espantar
a los perros; así pues, lo demás ha cambiado.
En la mochila, versión moderna del zurrón, yo
te aconsejo que lleves, aparte de lo puesto, un
pantalón, una camisa o camiseta, dos mudas completas,
de algodón, hilo o seda, nunca de fibra, una capa
de plástico, unas polainas (para que en el caso
de lluvia nos protejan los pantalones ya que se
lavan y se secan más fácilmente), calcetines de
algodón finos “puestos del revés”, (es mejor ponerse
dos pares finos, que unos gruesos, se lavan y se
secan mucho mejor), saco de dormir (que no es necesario
si has planificado las etapas para dormir en pensiones
y hoteles, ten presente que pesa dos kilos más o
menos), un jersey que abrigando pese muy poco (forro
polar), un vaso de plástico o aluminio, unas zapatillas
de descanso tan ligeras como te sea posible y una
toalla mediana.
Dentro del neceser puedes poner el cepillo y
la pasta de dientes, el peine, gel para el aseo
personal y, como tendrás que lavar la ropa, otro
jabón, la cuerda y las pinzas para tenderla, desodorante,
colonia, crema hidratante y protectora, cacao para
los labios, cortaúñas, tijeras pequeñas, bálsamo
para escoceduras, una multinavaja con sacacorchos y abrelatas, algún botón y aguja
e hilo ya sea para la ropa o para resolver alguna
ampolla y “vicks-vaporub”. Este último producto
va fenómeno para los pies, y es mi consejo que te
lo apliques antes de empezar a caminary al terminar,
después de que te hayas duchado.
En el botiquín podemos llevar mercromina, tiritas
(las de silicona son fenomenales), glucosa, vitamina
C, vendas, antidiarreicos, alguna aspirina o similar
y tus medicamentos habituales. Si alguna otra cosa
te hiciera falta podrías comprarla en cualquier
farmacia del camino.
También es aconsejable llevar fotocopias de una
guía o los mapas del Camino; la credencial de peregrino;
el dni; la tarjeta de la seguridad social; tarjeta
visa o similar; pañuelos de papel; un pequeño bloc
para escribir tu diario; la máquina fotográfica;
miniagenda de direcciones y teléfonos; un boli;
una linterna pequeña, a ser posible frontal ya que
deja las manos libres; un pequeño aparato de radio-despertador
para oír la previsión del tiempo y las noticias
y que te sirva para despertarte; unas bolsas de
plástico, para llevar la ropa sucia o mojada; papel
higiénico; un silbato; y,un pequeño estuche de costura
de esos que llevan un poco de todo. Finalmente,
si quieres decorarte, lo tradicional es la vieira
y una calabaza pequeña.
Puedes ir vestido con un chándal, que es más
ligero que los vaqueros u otra ropa similar, muda
completa de algodón y en cuanto al calzado, unas
buenas botas, cuanto más buenas mejor, ya que son
tu medio de transporte, domadas, impermeabilizadas,
térmicas, anti-rebote y si llevan “turbo” y “marcha
atrás”, mejor; no te hagan duelo unos €uros más, que luego lo agradecerás.
Piensa bien todo lo que metes en la mochila y
reflexiona de qué puedes prescindir, piénsatelo
bien, ya que lo tendrás que llevar encima. Piensa
que el peso es tu peor enemigo y que con un 25%
menos de peso tu rendimiento será un 50% mayor.
Si te sirve de orientación, algunos peregrinos experimentados
intentan no superar los 6 Kg. de peso.
Para no perderse, o la señalización en el Camino
El Camino se encuentra bien señalizado por flechas
amarillas que han sido pintadas en rocas, pretiles
de puentes, bordillos de aceras, esquinas de casas
y otros lugares apropiados. Cuando no ha sido posible
pintarlas se ha depositado, colgando de alguna rama
de los árboles, una cinta de plástico amarilla.
Es prácticamente imposible perderse si se siguen
las flechas y yo te recomiendo que, aunque a veces
vislumbres atajos, no dejes de seguirlas, por la
seguridad que te proporcionarán. Su pintura y conservación
corren a cargo de personas experimentadas y amigas
del Camino.
Ya sólo falta adosar la típica vieira jacobea
en algún lugar de nuestra mochila e iniciar la marcha.
Ultreya
!!!
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